19 de setembre del 2013

Caro Frank...

A finales de julio estuvimos por Sicilia y no podíamos irnos sin visitar la bodega de Frank Cornelissen en Solicchiata, en la vertiente norte del Etna. Para los que somos seguidores de los vinos naturales, Frank es un viticultor y elaborador muy conocido dentro del mundo del vino natural. Sus vinos son un fiel reflejo de la tierra que los ve nacer, las laderas volcánicas del Etna. Esta tierra, con un microclima propio más húmedo que el del resto de la isla, condiciona enormemente la viticultura y sus laboreos. La forma tradicional y más típica de elevar la viña es el alberello, donde la conducción de la planta discurre en vertical ayudada por un poste que hace de tutor y permite que la planta crezca erguida. 
Viñedo en alberello en las laderas del Etna. Foto: Frank Cornelissen
Los rendimientos del alberello empiezan a notarse a partir del quinto o sexto año, hasta ese momento la planta no produce plenamente. Los rendimientos por hectárea son más moderados que aquí, en España, llegando a producirse de 35 a 50 Hl. de media. A priori puede parecer mucho más que en nuestro país, pero el marco de plantación en la isla, y en general en Italia, está entre 4000-6000 cepas por hectárea, lejos de las 3000-3500 de aquí. Así pues, el rendimiento por planta es moderado en conjunto, entre 1-1,5 kgs. aproximadamente. El laboreo en la Azienda de Frank se hace manualmente y con motocultores que permiten remover superficialmente la tierra, manteniendo el equilibrio y la biodiversidad del suelo en todo momento. Por descontado sin ningún tipo de intervención con sistémicos o tratamientos fitosanitarios agresivos que irían en detrimento de este equilibrio.
En la cantina el trabajo sigue el mismo camino, ninguna intervención química y un férreo control del vino para saber en todo momento en qué estado se encuentra. Elaborar vino natural es mucho más que unos principios, es una filosofía de vida. Quien conozca a Laureano Serres en la Terra Alta y sus vinos, sabrá a qué me estoy refiriendo. El caso de Frank es, en esencia, el mismo: el sulfuroso está absolutamente prohibido. Todos los vinos de Frank se elaboran en tinajas de Villarrobledo recubiertas con Epoxy para impermeabilizarlas, así resulta mucho más fácil mantenerlas asépticas.
Después de haber visitado la cantina, Frank escogió algunas muestras y nos volvimos a su casa a probar el resultado de todo este intenso trabajo.  El primero de los vinos que catamos fue el Munjebel Bianco, un coupage de grecanico, carricante y coda di volpe. El nombre de Munjebel o Mongibello, es el que la gente de la isla utiliza desde siempre para referirse a la inmensa montaña que formó el volcán y que ha condicionado, y lo sigue haciendo (última erupción en abril de 2012), la orografía y la agricultura del entorno más próximo. 
La uva se recoge madura ya que ese punto de producción de azúcar más elevado se traduce en un pequeño porcentaje más de alcohol que ayudará, como conservante natural, a preservar mejor el vino.  El Munjebel Bianco se presenta con un color dorado intenso, brillante y una limpidez fabulosa. Destacan en nariz aromas de pera, albaricoque maduro, y un punto medicamentoso que promete bastante. En boca sorprende por su redondez, el alcohol no predomina sobre el conjunto en absoluto. Una entrada franca con una acidez muy correcta y un paso de boca que invita a más.
Seguimos con el Munjebel Rosso, 100% nerello mascalese (uva autóctona), que tenía mucho en común con el estilo del blanco. Visulamente de capa media, con ciertos aromas a ciruela, fresas y otra vez ese punto a medicamento. En boca un  buen ataque y una facilidad enorme para seguir bebiendo. Lo más sorprendente fue cuando Frank nos comentó la graduación, 16,5%, nos quedamos de piedra porque en ningún momento nos habíamos dado cuenta de ello. Esta es una de las señas de los vinos de Frank, el equilibrio.
Para finalizar probamos el Rosso del Contadino, el vino más sencillo y humilde de los que produce Frank. Es, sorprendentemente, un coupage de variedades locales tintas y blancas que siguiendo el mismo estilo y filosofía de la bodega da como resultado un vino de capa media, color rubí muy brillante. Es curioso que este sea el vino más fácil de beber de todos los que probamos, sin desmerecer en absoluto los Munjebel, por supuesto. Es correcto, sencillo y sin artificio.
Después de un rato de conversación sobre la viña, el vino y la situación de los vinos naturales hoy en día en Italia y en España, y unas cuantas risas, nos despedimos de nuestro anfitrión con el que quedamos para una próxima cita pero en casa, en nuestra bodega. Queda pendiente, Frank.

Salute e grazie!

Roger

PS: desde Les Foes mandamos un abrazo muy fuerte para Frank por su hospitalidad. Me dejo muchas cosas más de esta inmejorable visita a la Azienda de Frank, pero es imposible ponerlo todo en un post.