14 d’abril del 2010

Paul Draper: magia y filosofía en el Montebello 1991


Intentaré retomar de nuevo el blog, parafraseando a Unamuno al volver a las aulas: "Como decíamos ayer..." Bien, gracias a un amigo enólogo que trabajó in situ en la bodega, esta es la tercera vez que tengo la oportunidad de poder catar la joya de la bodega de uno de los gurús más conocidos y respetados en el ámbito enológico estadounidense y también mundial, Paul Draper y su afamado Ridge Montebello. Draper, quien dirige sabiamente Ridge Vineyeards desde hace casi cinco décadas, es el artífice de este blend californiano al más puro estilo bordolés.

En concreto, nos referiremos aquí al Ridge Montebello 1991, una añada espectacular para la bodega. Todos los detalles del viñedo y el terroir los obviaremos, por ya haberlos comentado con anterioridad en otro post. Así pués: res, non verba (al grano, vamos).
Abrimos la botella, y sin decantar, directamente al ruedo. A priori en nariz estaba un tanto recatado aunque poco a poco se fue abriendo hasta dejar paso a las lilas y las moras (más de lo primero que de lo segundo). Una gozada. En boca, más de lo mismo: complejo, estructurado y no deja de patinar por toda la boca. Con razón dicen que fue un gran año para el Montebello. Se nota la suavidad de la merlot, que aterciopela el conjunto y esas notas tan característicamente especiadas de la Cabernet.
El equilibrio entre la trinidad: acidez-alcohol-madera, no fue tampoco decepcionante, aunque, seguramente, si hubiera estado un poco más frío no hubiera tenido esa puntilla del vino licoroso que deja huella al paso (he de decir que esto sólo fue un apreciación mía, el resto no lo notaron). En fin, 18 meses de crianza en roble 100% americano, como es condición sine qua non en todos los grandes vinos de Draper, ¿chovinismo? Si lo es, lo es pero con mucho estilo y buen gusto.
Savoir faire y terruño a espuertas se combinan en este vino que busca más la armonía del conjunto, que la explosión y la robustez (tan de moda actualmente). Y todo ello sin perder un ápice del clasicismo bordolés. ¿Estamos en California o en Burdeos? Las líneas fronterizas se os desdibujarían tanto como a mí si lo probarais.

Un saludo y... Salud!!

Roger