El Hostal es una parcela de cariñenas viejas que mira hacia el norte y
está ubicada en una zona privilegiada para la viña, resguardada de las
excesivas insolaciones estivales que compensa con esa inclinación hacia
tramontana. Unas cariñenas que, trabajadas en biodinámica, crecen
rodeadas de árboles. De este lieu-dit, apenas salen tres barricas
cada vendimia que, después de una crianza de 36 meses, reposarán un
mínimo de un año en botella, antes de ver la luz.
La primera vez que probamos el Hostal 2012, el vino llevaba unos 20 meses en barrica y directamente de allí hicimos la cata. A priori, en copa, aparece una ligera reducción fruto del encierro que todavía se prolongaría 16 meses más. Acto seguido, se abre paso toda una batería de aromas: encurtidos, un punto de salsa de soja y tapenade negra muy suave, entre otros. En boca no impresiona menos: equilibrio, profundidad y frescura a espuertas en un paso de boca que es pura verticalidad, y que augura mucha, mucha vida por delante. A copa vacía es rooibos puro, una virguería del proceso de crianza.
La segunda vez que lo probamos, recién embotellado, la evolución sólo hizo que corroborar nuestras expectativas. A duras penas decantado, y a la vez que se iba abriendo, ya dejaba intuir lo que esperábamos: ese punto de salsa de soja que seguía ahí, tabaco rubio desmenuzado y una crianza muy integrada, sin ninguna de las estridencias a las que nos tienen acostumbrados los vinos ahogados en madera que, desgraciadamente, tanto se producen en este país y que aún hoy se erigen como estandartes de la tradición. Justo en el polo opuesto de la estridencia, se encuentran los Anguera con este vino de pago, con el que vuelven a dar una vuelta de tuerca más en la búsqueda de la expresión de la tierra, de lo primigenio, del trabajo minucioso y paciente del artesano.
Un vino nuevo pero con historia, que parte de un meticuloso trabajo de la tierra y del respeto al tiempo, pero por encima de todo, un vino que es artesanalidad y que encierra una larga tradición familiar. Un vino que necesitábamos la gente del vino. Al tiempo.
Salud!